Sombrío siempre llegabas con tu ánfora vacía,
acongojado, hastiado por ajenos agravios;
pintabas mi paisaje con un cielo plomizo,
o una noche obsidiana sin luna y sin estrellas.
Volviste un día buscando mi auríflua mañana
y el cofre de mis ansias, los anhelos y sueños
que ingenua te brindaba y fiero desdeñabas;
mas mi alegre fontana por ti no cantó más.
El paisaje enjoyado yo había ya entregado:
un noble jardinero, paciente entre mis liños,
habíase doblegado con ternura y amor,
para allanar las glebas y plantar la semilla.
Hoy mis huertos florecen; mis trojes están llenos,
ruiseñores y mirlos trinan aquí en mi ser:
aqueste jardinero me puso un par de alas
¡y así a mi antojo viajo delirante en los cielos!
Poema laureado por la Academia Poética de Miami, VIII Concurso Internacional de Poesía “Dr. Darío Espina Pérez
Leonora Acuña de Marmolejo
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