miércoles, 23 de diciembre de 2020

ES GÓTICO

  

En cada campanada aceleraba el paso; atravesaba aquel parque abandonado en medio del viejo cementerio y el bosque despojándose de túnica y manto mientras que casi corría.

La hierba crecida le mojaba las pantorrillas, empapando las gruesas medias que usaba cada día. Los gatos desbalagados color medianoche corrían, escabulléndose al verla pasar. Nada la detenía; era casi la una de la madrugada, no podía llegar tarde, ella era la invitada principal. Era su noche. Pronto se escucharía la campanada de la primera hora. De los troncos de los pinos, ojos abiertos e intensos la seguían sin parpadear. De los brazos de las ramas surgían manos que trataban de detenerla pero solo consiguen arrancarle el capuchón de la cabeza; el paño de los hombros hacía rato lo había perdido. Al fin llegó al claro del bosque. En su cuerpo solo quedaba un delgado batín satinado y transparente que se le ceñía al cuerpo por la humedad de la noche.  El círculo de hombres y mujeres de negro estaba ya listo. Nadie voltea a ver quién llegó, solo abren un espacio para que ella pase. De sus bocas sale un canto como murmullo que se confundía con los ruidos de la noche y crujir de las ramas. En el centro del círculo, se hallaba una cama de rosas color sangre oscuro, casi negras. De los ojos de cada uno surgía un brillo como fuego que dirigían al centro de aquella cama.  Sin más, Is Dahut se postra de espaldas, no sin antes mirar a los integrantes con intensidad y lascivia. Dos mujeres se acercan arrancando de sus pies zapatos y medias y el húmedo batín, quedando completamente desnuda. Uno a uno se despojan de sus largos vestidos negros. Aini, el hermoso, se acerca con una daga en la mano reflejando en su brillo la  luz de la luna llena. Al tomarla con las dos manos y extenderla hacia arriba pero con la punta dirigida al pecho de Is Dahut. Ésta, muestra una sonrisa de satisfacción y contento. El brillo de la daga refleja el rostro de Hathor, la poderosa reina. Quien recibe su filo se hace receptor de los inmortales poderes de la reina. 

Is Dahut es la elegida. ¡Al fin, no más espera! Aini está frente a ella, la mira intensamente. Baja la daga con fuerza enterrándola en el pecho y rasgando hasta el ombligo. Is Dahut sonríe dulcemente… solo para ser despertada abruptamente por la madre superiora que le dice:

–¡Justina, ¿por qué está usted desnuda?! ¿Y qué hace esa daga en su cama?

María del Rocío Hernández

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