sábado, 26 de diciembre de 2020

LA ODISEA GUSARAPO (LA AVENTURA DE UNA ORUGA SOCIALISTA)


 Milito era una oruga de sats, pensante, siempre cuidándose de no ser atrapado por su enemigo natural: el pájaro. Vivía en la comunidad El Órgano con otros animales, en donde se hallaban los árboles más frondosos, sus ramajes enormes como manos extendidas, casi cubrían el mundo con sus sombras. Su hogar era en un palo de mulato, lugar que era utilizado estratégicamente, porque tenía como fortaleza los panales de abejas asesinas, cubrían su morada de sus enemigos mayores.

Nació en un árbol de corcho, larva de mariposa (Arsenura armida o mariposa nocturna), por instinto buscó su cobijo, dentro del reflejo natural ya tenía esa habilidad de pensar; Milito era inteligente y audaz. Todos los animales quienes conocían a la oruga risueña, siempre manifestaron su respeto y admiración. Cabía en su sano juicio la sandez de admirar a sus adversarios. Siempre gustaba de apostarse en una zona donde no pudiera ser avizorado por las aves, se acomodaba lo mejor que podía y fijaba su vista como saeta certera que da al blanco, apreciando la majestuosidad del vuelo de las aves, su peor enemigo.

A pesar de vivir solo, no le hacía falta sus amigos. A pesar de vivir solo, no le hacía falta sus amigos. Pascual, era un conejo viejo, con vasta experiencia, asimilaba ser el anciano de la tribu zoológica. Sus ojos eran rojos de tanto ver la luna. Decía que su madre era quien aparecía atrapada en el vientre de la luna llena, esperando el momento de recogerlo. Llevaba casi nueve años de vida, que para él significaba como un siglo. Siempre brindó afecto, cariño y consejos a Milito, la oruga risueña, para que siguiera cada día alimentando su utopía, su vorágine sueño de volar.

Cochís se llamaba el jabalí juguetón, joven y aventurero, amigo de Milito, se desconoce su procedencia porque desde pequeño se desprendió de su manada, poco habla de su familia, es huraño. De las desventuras que ha vivido, reconoce su error de no saber elegir el tiempo de su retirada, dentro de lo poco que razona, piensa en veces que fue como el estudiante del 68 al seguir algunos pensamientos de Herbert Marcuse. A pesar de todas sus chifladuras, comparte con Milito su tiempo y mancuernan como los bueyes de arado. Media hora de estar juntos, es para ellos una eternidad apropiada.

Ok, tortuga adulta, hablante tsotsil y español, heredó la sabiduría ancestral de su linaje, es el único que puede leer el tiempo, las cabañuelas y cosas que son parte de su cosmovisión. Siempre anda con su caparazón regional, bordado con hilos de seda en algodón color verde-amarillo, zurcido con las manos de ternura cristalina de las artesanas del manantial irrepetible de una cultura viva y hecha de todos los cuentos que ni Cortázar ni Allan Poe juntos hubiesen imaginado, hecho de pequeñas perlas de llantos de los animales que zarandean su alma, su sch’ulel -dijera Okdijera Ok-.

Ok, la tortuga, era consejera y quien advertía a Milito, la oruga risueña, la temporada de pájaros y evitar fuera el almuerzo de alguno de ellos, por lo que cuando éstas hacían ausencia, la oruga risueña, caminaba la montaña a mil por hora, momento cuando se reunían los tres amigos, uno para jugar y hacer travesuras, el otro para aconsejar e incendiar la esperanza de Milito y cumpliera su sueño de llegar más allá de la luna y pasar a Armstrong que se quedó corto; y el otro, presagiando el futuro y como libro abierto leyendo el tiempo, hablando a la madre tierra, a los árboles, a los pájaros, a la lluvia, al ojo de agua, a la mañana y los atardeceres. Rezando a los cuatro vientos, para que eleven con fulgor a su hijo la oruga, para él eso era el sats.

La evocación de Milito que hacía de su enemigo visible, el pájaro, era una apología. Ser un gusano volador, en donde el viento lo despeine y dejarse caer ramplonamente en henchida libertad del cielo al suelo, sin que Dios o algún santo interfieran, ni sus antepasados de Ok. Deseaba desafiar la gravedad y tener el cálculo preciso de la distancia sobre la velocidad y el tiempo entre el suelo y los sueños.

Cada que pensaba en volar, sus ojos se iluminaban, queriéndose salir de su lugar, caía en el trance de curandero de pueblo, atónito y perplejo. Su utopía era igual o mejor que los hombres que lucharon en Octubre de 1917 en Rusia o al triunfo de la Revolución Cubana de 1959, era sublime e inocente, bello y peligroso. También frágil y desnudo. Fueron los primeros cuentos de la Caperucita Roja bolchevique. En Rusia se dice que un nahual es quien provocó el abandono de la consecuencia socialista. Eso le dijo un espíritu a Ok, cuando invocó las ánimas de la única cueva que se ubica cerca del manantial, según el dicho del ánima, fue Rasputín el culpable, al ser instruido por la familia del Zar.

Un día sin pájaros, Milito, el sats risueño bajó del árbol de mulato, después de que Ok con señales de humo le aviso que la última ave había emprendido el vuelo, por lo que se dirigió con rumbo sin sentido de la montaña, era feliz, al pasar frete a la cueva, pidió a las ánimas que le ayudaran a cumplir su sueño, que si era necesario llevaría a quemar velas y obsequiaría un litro Posh. Luego de ahí, paso a visitar a Pascual, el conejo, quien comía pasto verde y tierno, después de un silencio eterno que hicieron mellas las miradas, rompieron el impase mortuorio y fue Milito quien dibujo con su miniboca la primera palabra.

− ¿Don Pascual?

− ¿Qué hijo?

−Vengo de pedir a las ánimas para que cumplan mi sueño, tal como me enseño mi tata Ok, sin embargo, ayer que estuve leyendo el materialismo histórico y dialéctico de un tal Carlos Marx, como que me sacó de onda, toda la metafísica se fue por los suelos, ahora como espina de quebracho, se me ha metido en la mente de que no solo debo de interpretar mis sueños, siento que debo transformarlo, tengo ese presentimiento, pero en fin, creo que elaboré un sincretismo propio, la cosmovisión de mí papá tortuga y el socialismo de ese Marx, y por ahí habla de un tal Federico y Lenin.

− ¡Hay hijito, tu tan pensante! como siempre, solo te enredas en tus ideas, como guía de chayote de Zinacantán, pero bueno, eres listo y solo buscando en tu corazón y fortaleciendo tus ideas serás algún día el ser que llegue más allá de las estrellas, quizás al infinito. Solo tienes que saber que al menos la práctica colectiva se te ha enseñado desde todos los puntos, desde los antepasados, como pueblo originario y del marxismo ese, nada más tú échale ganas en tu lectura, dicen que debes leer desde sus biografías hasta el manifestó comunista y los tres tomos del Capital. Este decrepito conejo es lo único que te puede aconsejar, creo que ya mi madre está a punto de venirme a traer, solo queda el consuelo de al menos verte volar aunque sea de perdida.

− ¡Gracias Don Pascual!, yo lo quiero como el conejo que es y todo lo que me ha enseñado es importante para mí y mi sueño, si algún día consigo volar, le prometo que vendré de repente a visitarlo, así como los cometas de rápido.¡ Lo quiero mucho!

Al ir caminado Milito, el sats, por el arroyo del Órgano, en una senda que se abría por la montaña, escuchaba los chasquidos del agualodo que hacía Cochís, el jabalí, al chapucear como si estuviera en la olimpiada de clavados individuales. Al natural, sin protección, sin traje de baño, era inmensamente feliz, sin la carga del raciocinio, si hubiera sido humano, era el ideal de la iglesia católica y de los reformistas, siempre creía que todo era para siempre, por eso no le preocupaba buscar a su familia, ni el intento forjaba para recordarlos, cuando le viniera en gana pensaba que mínimamente construirá la idea de cómo era su madre, en lapsos de pensamientos, se convencía a sí mismo que su madre era una política hecha y derecha, que estaba en las curules de los aposentos diputados o senadores del Congreso de Jabalíes, el molde de su imaginativa se concretaba que porque según los animales con quienes había escuchado parlamentar, los jabalíes tienen el colmillo bien largo y filudo, argot político construidos también por los humanos.

− ¿Iday vos Cochís?, feliz tu vida y en cambio yo, vengo reflexionado su consejo de Don Pascual, ando pensando cómo voy a transformar mi sueño, no solo interpretarlo, tengo el presentimiento que está muy cerca la hora de los altos vuelos, creo que se me pego algo del discurso de un barbón que le dicen el Che.

Cochís, distraído con su propia actividad no centró su atención al diálogo de Milito, era hasta cierto modo, desconsiderado con su amigo o simplemente la cosa intelectual era para él un tiempo perdido.

Milito entendió que no era momento de hacer conjeturas con su amigo que jugaba en el charco de lodo como jabalicito. A la sazón bajo la sombra de un árbol de huanacaxtle cobijó sus ideas y se aquietó en un lugar donde no fuera salpicado de lodo.

Transcurrió un tiempo de silencio entre los personeros Milito y Cochís, el aburrimiento se dejó caer como rayo endiablado al interior de Cochís ya pintado del color de la tierra, de esa tierra recuperada por los campesinos de la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) y otras organizaciones de lucha social. El tiempo era un estire y afloje, un vendaval de sensaciones inexplicables, conmociones iracundas, despotrico y subversivo, nido de transformaciones fantasmales.

− Bueno Milito, ya me aburrí, así que cómo ves si jugamos a las escondidas o al hoyito libre, tú dime, trépate en mi lomo. También podemos jugar a la desencantada, es momento de aprovechar el tiempo, chance un día de verdad te salgan alas y ya ni me vuelves a ver. Dice tu tata Ok, que según, su premoniciones o esas cosas que quien sabe dónde lo inventa, él dice que sus antepasados los mayas, los aztecas, bueno desde más atrás los Chichimecas que habitaban en una tierra llamada Aridoamérica o que se yo. ¿O serán los Toltecas?, ya no me acuerdo. Bueno el chiste es que presiente que un espíritu bondadoso te poseerá y te dará las fuerzas necesarias para que flotes en el aire. Vas a tener tu nahual. Por eso mejor juguemos y olvídate un momento de tu transformación o tu resignación.

Ante el palabrerío que se disparaban como diarrea del hocico de Cochís, Milito se reía a carcajadas, su risa resonaba como tambores de los pide agua, asociado al canto en las fiestas patronales de los pueblos indígenas. Tenía claro que en la falta de elocuencia de aquella argumentación, espiaba un poco de historia vaga, que él había leído en rollos de hojas en miniatura sobre la historia de México e historia universal, era de reducida mente un archivo completo y complejo, solo Dios, Marx o el autor sabían su alcance.

Los camaradas se fueron juntos, agarrados del hombro, en plan de hermanos de lucha, demostrándose esa amistad sincera que brillaba como las estrella en las noches despejadas, forzaba a pensar que el lazo fraterno era, además, político pero esencialmente animalesco. Milito ya había rebasado al animal de lo común, inclusive, pintaba a ser candidato al premio nobel del pensamiento en un sats. En la sociedad de los anélidos, se podría decir que era un Gabriel García Márquez combinado con un Fidel Castro o asequiblemente al Che Guevara.

La compactación adquirida entre la armonía de Milito y las abejas asesinas al compartir el arbusto de mulato, era la aceptación tácita de converger en un punto de vista. El conocimiento adquirido por Ok, en la que los pueblos originarios practican la democracia representativa, los conocimientos medicinales, la interpretación y respeto de la madre naturaleza, los rituales y simbolismos, todo era trasmitido sin egoísmo a Milito, como si fuera la abeja que esparcirá el polen para que las flores adornen el verde campo socialista. Aunado a ello, los recios consejos de Pascual, su vehemencia porque sus palabras trillen la memoria de Milito, figurando pisadas de caballos con herradura en una vereda calva después de pasar la lluvia.

Todo, absolutamente todo, inclusive el tiempo presagia el desenlace final que conlleva al sueño vivo y robustecido de Milito, evocar a sus enemigos, los que en un descuido le podrían arrebatar la vida, deforestar sus ideas, ampliar el pesar de un muerto en vida, el sabor de los animales que se reniegan a aprender a deletrear palabras o a dibujarlas, solo con el simple argumento de que ya están viejos o que un poquito más y ya los hace suyo la muerte. Boberías, pretextos que confirman la ignorancia pura.

Ya el tiempo se acerca para que los pájaros vuelvan con el ansía de probar manjar, un gusano por demás decir, es el caviar que vale seis mil eurohojas entre la sociedad capitalista de las aves. Ese objeto de cambio, es para Milito, una comida para engordar el enjambre de orugas en resistencia.

La tarde está fresca, los tres amigos se encuentran refugiados en los brazos cálidos de sus hogares, el sol bosteza y de reojo ve su tálamo si está listo para irse a dormir. Se entristece el día, se va esfumando poco a poco, metódicamente y aparece la noche.

Los grillos dan concierto en la penumbra; las luciérnagas, intermitentemente van alumbrando los caminos, son los pregoneros de todas las épocas, escupen al tiempo la hora que transcurre. Las arrieras, veladamente acechan su objetivo para sabotear el monte y arrebatar de las plantas sus hojas. Forman columnas para romper los cercos militares y de centinelas robustos. Hay General, Teniente y Capitán. No cabe el grado de “Cabo”, es indigno ante la lucha revolucionaria de la sociedad de las Atinas, poseen un ejército irregular, misma que esporádicamente realizan actos de propaganda subversiva.

Entre la maleza se asoma el resplandor de los ojos de un tlacuache, a la luz de la luna, a pesar de haberse hecho varias cirugías plástica en el rostro, aun no encuentra la estética que desea tener. Pasa cerca del ojo de agua y se pierde en la frondosidad de la montaña.

Pascual, camina por una porción descubierta, donde rumea el zacate estrella, es para él la noche el día. Ya satisfecho, agarra su silla recostable y se penetra con la luna llena, le habla a mamá, le vocifera que sería magnífico estar junto a ella, darle un beso en su frente, abrazarla prolongadamente, decirle que la ama, y que ese amor fuera el alimento energético del astro, para que todas las noches por siempre, alumbre ternura, quizás así pueda haber más unidad y vierta afección en las almas de todos los seres vivos.

Se ve escapar un sollozo que vuelve carmesí los ojos del conejo ya entrado en años, en el fondo de su corazón le dice a mamá su deseo ardoroso de estar a su lado en la bola de cristal, pero tiene una responsabilidad con Milito, por lo que en silencio, a voz viva del corazón, pide un tiempo más para que pueda empujar a la oruga en su vuelo idílico. Le quiere como nunca, ha sido el estupendo alumno de consejos milenarios, lo ha facilitado su inteligencia precoz y es respetuoso.

Después de meditar y conversar en silencio, Pascual advierte que un pregonero le da la hora y está a punto de amanecer, siendo para él la noche, se encueva en la madriguera, sin antes despedirse de mamá luna y su mirada mojada de amor sincero, se fija en el listón de jiote, dando buenas noches a Milito, la oruga risueña.

Chochís, el jabalí ha dormitado casi toda la noche, dos veces se levantó para ir al baño. Tuvo un sueño, donde se reencontró con su familia, abrazó a mamá y lo besuqueó frenéticamente, recuperando todos los que no se habían dado desde su ausencia, fue un sueño imposible como sí el Estado Mexicano por fin abriera el archivo histórico de los sucesos del 68, rebelara todos los nombres de los verdaderos responsables de la masacre estudiantil, también abriera los expedientes de la guerra sucia y se conocen a todos los desaparecidos. Así Cochís, en ese momento de su sueño ve a su amigo Milito cumplir su utopía y al final de su quimera se queda con su familia. Ya está apunto de amanecer.

Ok, con la paciencia de siempre y la prudencia que le dan los años, se movió de un lado a otro en aquella cama de agua tipo queen size, soñaba con su nahual quien revoloteo su interior, para imaginar en su mente que se encontraba a lado de Tepeu y Gucumatz, dos de los primeros seres en la creación del mundo −según el Popol Vuh− quienes lo veían con sonrisa esplendorosa. La tortuga turulata no daba crédito de lo que estaba viviendo, era un sueño dentro de su sueño, se pellizcaba, no sabía qué hacer. Brotó en sus ojos la pureza diáfana de su llanto de alegría. Pero aquellos seres míticos le manifestaron que no debía de llorar, porque sus lágrimas podían abultar las aguas del mar y no habría espacio firme para la creación de más seres humanos, plantas y animales. Así que Ok guardo sus emociones para otro momento. Presenció la ternura de los creadores del mundo.

En el sueño de Ok, la tortuga, Tepeu y Gucumatz, con su sonrisa de niños alegres, le obsequiaron dos regalos, el primero, es que eternamente por siglos de los siglos, hasta los sinfines de los animales, su vestimenta tradicional cambiará cada día en automático, primero será el traje de los tsotsiles de San Bartolomé de los Llanos, después de Tojolabal, de Chamula, Chol, Lacandón y así sucesivamente. Esto como premio de apoyar a Milito en su supervivencia y en la realización de su sueño, y su segundo regalo consistió que eligiera el mejor deseo que quisiera, optó que se haga realidad el sueño de volar para su hijo adoptivo Milito, el sats risueño. Ok en su sueño aprovechó y los interrogó sobre la práctica política de su enseñanza a su hijo, los dos seres misteriosos se vieron y discutieron sí realmente existen coincidencias en la práctica de vida dentro de la cosmovisión solariega trasmitida por Ok la tortuga a Milito el gusano, y la de tomar una actitud correcta ante la vida por la vía socialista con su lectura del marxismo-leninismo. Ambos seres mitológicos respondieron que Milito aprendía ávido que ambas formas del pensamiento animal daban a un solo camino, el de amar la vida, al animal y lo que los rodea. Hacer el bien común.

Antes de saber si se realizó o no el deseo, los rayos del sol despertaron a Ok, la tortuga, que al avivar reía su mirada. Se sentía contenta con su fantasía, había tomado la mejor decisión, al despojarse de su egoísmo, su individualismo y la ambición, al dar paso el deseo ajeno y no el propio.

El sol brilla abundante en el nuevo día, fuera de lo común, es un día diferente. Las cortinas del mundo se han corrido por la mano de Dios u obra de Tepeu y Gucumatz, o simplemente la naturaleza hace su labor constante, rutinaria, generado por el movimiento de rotación de la tierra.

Los zumbos constantes de los aleteos de las abejas asesinas, paralizó el tiempo, se estacionó el día amorrado. De repente todos los animales, con excepción de las aves, acudieron bajo el árbol de mulato, guardando distancia para que no fueran atacados por las fieras asesinas que papaloteaban libremente.

La reunión fue provocado por Ok, quien encendió el humo blanco para avisar que había llegado la hora de Milito. Más tarde llegó el alegre Cochís, al ver con atención a las abejas, se dio cuenta que no constaban agresivas cuidando el panal, estaban celebrando el momento, era la alegría de todos que invadía los árboles, las flores, los montes, el ojo de agua traslúcido. Algunas arrieras desperdigadas, sin su guerrilla, hicieron acto de presencia con suma algarabía y solidarias con Milito que hasta se olvidaron del manual de guerra de guerrillas del Che Atina.

Todos nerviosos, vieron como Milito, la oruga se apoyaba con su seda al adherirse con fervor a una rama del árbol del mulato, donde vivía, iniciando así la metamorfosis de su vida, lentamente se iba engullendo, absorbiéndose a sí mismo.

Al transformarse con ello dejaba su idea, su manera de pensar, su memoria colectiva. Se cumplía lo que siempre había deseado todos los días de su vida, por fin iría más allá de la luna, en el infinito de los tiempos, poseer el don de su enemigo, dejarse caer súbitamente desde todos los cielos del Popol Vuh.

Su sonrisa de oruga se desdibujaba. Todos por un momento olvidaron sus vidas y fueron por primera vez orugas risueñas, hipnotizados ante portentoso suceso. No se perdían de los detalles, no comieron, ni al baño fueron para satisfacer sus necesidades fisiológicas.

Faltaba minutos para el desenlace final, de Milito, el gusano pensante, ávido de lecturas, solo iba quedado un cascaron deshidratado, semejante a un cuerpo humano cuando experimenta la muerte, solo rastros de carnes y huesos. Ese tiempo de espera se hacía como el mago que cubre el cuerpo de una caja vacía para aparecer a una persona, o la clásica del sombrero y el conejo.

El júbilo se escuchó por todo el ambiente de la comunidad de Órgano, hasta los pájaros callaron donde se hallaban; de pronto apareció una perfecta mariposa, majestuosa, maravillosa. Los presentes enmudecieron, el asombre se impuso. Los ojos de todos se hicieron uno, el día recuperó su color, había sufrido tanto porque no daba el grado de dilatación para parir al nuevo Milito en la transformación perfecta de la obra El barco de mariposasde Vladimir Kush.

Al fin, al gusto y tacto del tiempo el pincel sutil había plasmado una fastuosa mariposa nocturna inimaginable. Todo el universo donó color y materia para que fuera única y sin igual.

Lentamente Milito abrió sus alas y en los primeros abanicazos, el viento poderoso trajo consigo amor en vez de odio, alegría en vez de coraje, solidaridad, equidad y que los presentes se sintieron a gusto con el nuevo Milito, la mariposa.

Sus ojos avivados se abrieron como cielo blanco que espera al buen cristiano que es recompensado por Dios. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la multitud y aferro el panorama como se estrechan las manos los camaradas, fuerte, recio y con seguridad. Los hizo suyo, graduó el zoom, con nitidez bondadosa y la imagen reavivó su corazón y reactivo su memoria.

Después se elevó a cierta altura, se adueñó del aire, parecía caminar en el ojo de agua, con sus pies descalzos, imitando la escena donde Jesús camina sobre las aguas del mar de Galilea. Todos a la expectativa, en espera de ser seducidos por la voz de aquel misterio hecho mariposa. Hasta el sol ponía atención desde su trono. La luna espiaba al medio abrir la cortina de los rayos solares.

− Compañeros y compañeras, hoy es un día emotivo, de alegría, quiero congratularme con ustedes y otorgar mi agradecimiento a cada uno por la solidaridad, el trabajo colectivo y la pertinacia que me aportaron para hacer realizable mi sueño, volar. Es el triunfo de los Soviets y de los barbones, la utopía irrealizable, ésta transformación es la analogía de la realidad. Su realidad, la nuestra camaradas. Muchas gracias.

Al entonar la voz clara, perfecta y segura de aquella mariposa, todos los animales se identificaron, descubrieron que ese insecto humanoide contenía una dosis de cada uno, ellos eran Milito, todos a la vez se encontraban suspendidos en el aire, aliviando el encolo de los pies por la andanza ardua.

Después del discurso, la mariposa nocturna encaminó su vuelo hacía un punto fijo del limbo, al lado de una ala se observaba un tatuaje de la oz y martillo [☭] símbolo de sus lecturas marxistas-leninistas y de su práctica política. Rayó el cielo y se perdió en el infinito de la imaginación, rumbo a lugares por conocer y galaxias desconocidas. Con el evento se fue el día, eran muchas las emociones que agotó a todos los integrantes de la sociedad animalística.

La comunidad El Órgano, días después regresó a la normalidad al igual que las aves, que simbolizaban el neoliberalismo. Arrasaron con los gusanos que pudieron encontrar, menos con Milito, que años luz se encontraba en la galaxia de Andrómeda, según se sabe, pretende llegar a la galaxia EGS-zs8-1, también conocida como comunismo.

Milito, la oruga risueña va incendiando el cosmos, pregona con altiva voz la transformación de su sueño, lleva consigo todos los recuerdos bellos de sus amigos y hace corazón grande al incluir a la humanidad. Experimenta el principio y el fin que es igual a la nada. Allá va con su sonrisa todopoderosa y sus recuerdos de cuando era oruga en su terruño. Tan lejos y tan cerca de su hogar primero.

Sus amigos lo extrañan, algunos como Pascual, el viejo conejo finalmente apago la linterna de sus ojos y al despertar yacía en el regazo de su madre, le da muchos besos, se hablan como si se volvieran a morirse infinitamente, ahora ese amor es la combustión natural de la luna que nunca se apaga, además, la esfera blanca funge como bola mágica, en donde cada día se comunica con su camarada Milito, sabe de sus desventuras y le da ánimo para que no se desgane.

Ok, la tortuga, aún está en la tierra, feliz de que su hijo cumplió su sueño y triste a la vez por la ausencia, mantiene diálogo abierto y respetuoso con las ánimas de la cueva, pactaron para que disciplinen a su nahual y ya no lo zangolotee por las noches, tiene la esperanza que con la acción solidaria hacía con Milito, el gusano risueño, Tepeu y Gucumatz le ayuden a bien morir. Sabe de su hijo mariposa, los espíritus le informan que va bien su camino. Sus ojos tiernos miran hacia el cielo en busca de la nostalgia.

Mientras que Cochís, el jabalí de vez en vez extraña a su amigo. A escondida llora, zambulle en el lodo su cabeza para camuflaje de su llanto y llena de sentimiento el agualodo, empieza a extrañar a mamá jabalí. En ocasiones visita a Ok, platican, pero no pone atención, se centra en aquel sueño en donde el todo es para siempre se convierte en momentos pequeños de dosis amorosa, en familia. La plática es en vano. También recuerda los momentos de juegos con su hermano oruga, ya nada es igual, para él ya no es para siempre, ahora ya sabe de momentos, de instantes. Resbalan las lágrimas y desea tener esa quimera o al menos que le relaten el suceso en que su amigo gusano se convirtió en mariposa y que Ok lo plasmo en sus tiempos libres en un hermoso cuento “La odisea gusarapo” que quedará para la historia de los que habitan la comunidad El Órgano.

Cada vez que Ok le lee el cuento revive aquel sueño fantástico, en donde se reencuentra con su familia, abraza a su mamá y lo besuquea frenéticamente, recuperando todos los que no se habían dado desde su partida y se cumple el deseo para con su amigo Milito.

Todo esto sucedió en un soplo animalesco, de lo maravilloso a lo irreal plasmado en las columnas de árboles y enredaderas de la comunidad El Órgano que posee el poder de inventar la realidad de lo posible a lo imposible.

MISAEL GARCÍA CONSUEGRA

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