Ella se propone incomodar al primero que entre al café. No a cualquiera. Al primer
hombre deseable. Cuando él llega, lo mira a los ojos, y luego a una oreja: tres veces. Todo mientras él observa el salón y se dirige al fondo donde ella está ante una mesa. Él ya
enfrente le dice en neutro: “Ése era mi juego de adolescente en los autobuses.” Ella no se
siente culpable sino ridícula. Baja la mirada de los ojos de él a su cintura. De nuevo vuelve a los ojos para descender a la hebilla del cinturón. Y otra vez a los ojos para de inmediato empezar a deslizarse. Y cuando llega a la hebilla, mira a otro hombre sentado más
allá, uno que parece ser un oso y la ha estado observando, uno al que había desdeñado
de un vistazo; y le pregunta: “¿Se toma un café conmigo? Quizás así este desconocido
deje de acosarme”. El otro hombre se levanta como se alzan los osos más feroces. Y él
sabe que ella disfrutará de la pelea y se excitará cual se excitan las diosas, y se irá esa
noche a la cama con el vencedor
Del libro Bla Bla Bla Bla sobre el amor de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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