Ella se arrodilla en la hierba. Oculta el rostro. El tiempo es un embudo. Una voz desconocida le inquiere: “¿Tienes hambre?”. Y él tras preguntar extiende un pan, extrañamente redondo como un planeta. Ella no tiene hambre. Coge el pan, come con la cabeza baja en tanto escucha cantar un coro de niños y no oye, entre bocados, sus propios sollozos. Él la ve morder, tragar, llorar. Va a acariciarla. Regresa la mano y dice: “No te conozco. No sé por qué te hallas sobre el suelo, ni por qué lloras. Están la hierba, el árbol, las flores, y estoy yo, que debo irme y podría abrazarte.” Ella no sonríe. Le busca el fondo de las pupilas.
Asiente.
Del libro Bla bla bla bla bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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