Ésos que no son apóstoles
ni verdugos redimidos,
nos cautivan con su estampa
de estrategias sin prejuicios,
poniendo en el podio las trampas
y disfrazando sus vicios,
condenan al pueblo a la retórica
de un sueño nunca cumplido.
Ésos que no son salvadores
ni sayones arrepentidos,
a costa del olvido de su gente
han esculpido el destino
de esta tierra y de su lacónica gloria.
En las pupilas de la memoria
siguen llorando los valientes,
que ven como ésos que mandan
reinciden con desparpajo
en los errores de la historia.
Ésos que patentizan sus máscaras
hasta que cae la farsa,
montan su propio escenario
para monopolizar la palabra.
Demonizar al adversario
es el principal objetivo,
de ésos que con paso decidido
sustentan la triste falacia,
de que una Nación en democracia
implica un pueblo dividido.
Flavia Lorena Alderete
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