viernes, 9 de junio de 2017

SE MURIÓ EL AMOR


Se marchitó la flor,
el cielo es gris lejano
y ya mis tibias manos
son huérfanas de amor.
Cuando llega la noche,
el canto de los grillos
es triste y agoniza
allá en la lejanía,
donde la fantasía
se fue huyendo a prisa.
La cigarra no canta,
enmudeció su lira.
Las luciérnagas huyen,
como ágiles centellas.
No hay estrellas que alumbren
el oscuro silencio,
de mi senda de amor.
Mi melancolía tiene
los eclipses de luna,
ya no hallo ninguna
esperanza de amar.
Perdida en los umbrales
de la noche desierta,
mi alma vaga incierta
entre oscuros banales
de una aventura muerta.

Raquel Alejo Espinoza

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