Cuando hace ya unos años leí la novela de Richard Matheson , Soy leyenda, no podía ni imaginar
encontrarme en una situación parecida a la de su protagonista Robert Neville.
Por desgracia, no tengo su valentía.
Me paso la mayoría del día escondido en el sótano de mi casa, en contadas ocasiones me atrevo a salir.
Los vampiros me han localizado, tarde o temprano conseguirán entrar, de todas maneras, si no lo hacen, moriré de inanición. Esta mañana terminé con los pocos víveres que me quedaban. Estoy pensando en dejarlos entrar, quizás convertirme en uno de ellos no sea tan malo, al fin y al cabo, todo lo ocurrido es por mi culpa.
El mejor científico del mundo, llegaron a decir de mí, merecedor del Premio Nobel, que ilusos. Quien me mandaba crear esa maldita vacuna, y a los estúpidos gobernantes del mundo, ordenar la vacunación masiva de todos sus habitantes. La vacuna de la inmortalidad la llamaron, no se equivocaban. Nunca llegué a vacunarme, no deseaba ser inmortal, la mayoría si querían, y los que no,
fueron obligados a serlo.
La humanidad al completo, pronto vera cumplido el sueño de la inmortalidad, en el momento que el
último hombre o sea yo, se convierta en vampiro.
Diego Galán Ruiz (España)
Publicado en la revista digital Minatura 155
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