jueves, 8 de junio de 2017

EL RABDOMANTE


En la vesperal hora de las magnolias adormecidas
entra el rabdomante
en el cerco pardo del tiempo ya pasado, ya de nadie.
Su bastón de brisas matinales
busca el tesoro de la tierra entre sus aguas sutiles
en la arena de los pasos y en el nombre de sus hombres.
Rabdomante, una sílaba de brisa es la fuerza de tu corazón,
la voz de la zumaya te llama entre esfinges cenicientas.
Buscas un nombre y una casa
y aprisionando la brisa en un canto perláceo
aparecerás en el tiempo de todos,
con el libro que escribiste por los aires,
con tus ojos de profeta
con tus manos de orfebre.

Francesca Lo Bue
Publicado en la revista Oriflama 30

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