Cuando se piensa en un amor distante
que allá a lo lejos aminora el paso,
con prisa, a veces, se le alarga un brazo
queriendo se detenga en ese instante.
La esencia disminuye lo fragante
del petalo que ya no se sujeta
a la flor que amortigua su semblante
cuando el tiempo su término decreta.
Lontananza de amor que languidece
tras una breve unión que tumultuosa
resulta en un brebaje que enloquece,
dejando en el sediente la penosa
renuncia a mitigar la sed que crece
cuando su sequedad se hace angustiosa.
Manuel I. Aparicio Paneque
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