sábado, 3 de junio de 2017

ACADEMIA DE LAGADO


Me habían acabado de nombrar director de la Academia cuando recibimos la visita de un distinguido
hombre de ciencias. Preparamos una cálida recepción. Luego, durante varios días, acompañé al visitante en sus recorridos por nuestros predios.
Le llamó mucho la atención los trabajos del sabio que llevaba años en el proyecto de extraer rayos de sol de los pepinos, incluso contribuyó al esfuerzo con un pequeño donativo.
No fue igual en el recinto de Bugugg Heele, porque debido a la naturaleza de sus experimentos para convertir los excrementos humanos en el alimento original que una vez fueron, el tremendo hedor reinante le resultó desagradable a la visita. Con prontitud pasamos al equipo de Brudrudd Haal, que recientemente había descubierto un método para construir casas empezando por el tejado y descendiendo hasta los cimientos. En fin, se admiró de nuestra terapia contra los cólicos mediante la técnica de operaciones contrarias a través del mismo orificio, de la escuela de lenguas sin la utilización de palabras, y de las lecciones de matemáticas mediante la ingestión de obleas y tinturas en ayunas.
Antes de marcharse el visitante quiso dejarnos un aporte. Nos mostró la manera más práctica de prolongar la vida eliminando por turno los alimentos que de alguna manera no hacen bien al hombre: carnes, huevos, leche, cereales, frutas y dulces, dejando al final solamente el agua, elemento totalmente inocuo para un individuo y que con ciertos preparados puede sostener por sí solo la existencia humana. Dimos las gracias al reputado doctor Jonás Gulliver por su sapiencia, e inscribimos su nombre junto al de su padre en nuestro libro de miembros de la Academia.

Amilcar Rodríguez Cal (Cuba)
Publicado en la revista digital Minatura 155

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