Juntábamos hojas
para guardar en los libros
en ese otoño indestructible
de sus manos
—venas del color de
mi ropa de estudiante—;
voz apagada de ramas
de tierra y lenguaje parco.
………….
Ella tenía su propia Pascua
como una vestal de fuego
consagrada a la continuidad
de estas sacerdotisas
que multiplicamos ramas.
………………………..
Juntábamos hojas
diametrales en el piso
para indicar el otoño perdurable,
en que nos cubríamos
de adolescencia y senectud.
Susana Rozas -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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