sábado, 28 de noviembre de 2015

VER MENOS


Mientras me enjabono con gel marca no se qué
(sin gafas veo menos que un pez de escayola
metido en un cubo de cal)
en una ducha marca José Delafon o algo así,
tarareo soy un loco anarquista
soy un loco antifascista,
canción punk de larga tradición.

Pienso en las palabras de una madre
una madre de uno de los enfermos mentales
que asesinó a gente el otro día
en un barrio de París
(sí, ya sé que los muertos de Siria, Irak, Afganista, Líbano...no son menos "muertos").

La madre dice que vio en su hijo
unos cambios muy raros,
que dejó de fumar porros
y de beber alcohol,
que se quería suicidar porque estaba estresado
y que le había dado por rezar.

Tres de los terroristas eran hermanos
y esa era la madre de los tres,
de los otros dos asesinos no sabía nada,
no sabía que sus tres hijos
eran posibles enfermos mentales.

Tampoco sabía,
esa madre,
qué pudo hacer ella mal
para que sus hijos hicieran lo que hicieron.

Lo pienso
y pienso que tirando de esa madre,
he de encontrar
el hilo de la madeja que desentrañe
todas las historias absurdas,
todos los sinsentidos
que llevan a tres hermanos a matar y suicidarse.

Pero lo mismo
lo empiezo a pensar
cuando salga de la ducha
cuando me haya secado el agua potable
y huela al gel de marca cómoda
y me recoloque las gafas
porque sin gafas
veo menos
que un gato de escayola etcétera.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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