La ciudad
soterrada en las calles,
en las piedras angostas, me alimenta.
Inquietascurvaturas se aproximan,
recorren la pecera cambiante de los siglos,
escarban
en la memoria antigua de los peces
que hay en mí,
sitúa el amor,
al vasto interrogante y voy al verso,
a la espuma de tinta inacabada,
a la huella terráquea de ese mar,
al signo
de las olas impresas, a la lluvia
primigenia del ser,
al verso, al poema.
ISABEL DE RUEDA -Jerez de la Frontera-
Publicado en Luz Cultural
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