Al romper el día, una persona es atropellada en la autopista. Circulando a altas velocidades, ninguno de los coches puede detenerse a recoger el cuerpo, causaría un fatal choque múltiple. De nada sirve desviar al acotamiento y bajarse, la vertiginosa columna de autos pasándole ininterrumpidamente al cuerpo por encima no permite acercarse. Así, poco a poco, los huesos son molidos; la ropa, las partes blandas, la sangre y la licencia para conducir o la credencial de elector, hacen una pasta que no tarda en extenderse sobre el pavimento. Cuando cae la noche, luego que las ruedas de miles de vehículos han hecho su trabajo, ni sombra queda.
Nota. Como era de esperarse, los delincuentes abrieron el ojo: el método de arrojar cadáveres a las autopistas para hacerlos desaparecer, se viene practicando cada vez con mayor frecuencia. Es la manera de borrar la evidencia del asesinato. No será nada fácil encontrar una solución que cierre esta nueva vía de acceso a la impunidad. (Tomado de los comentarios de la prensa futura).
Otra nota aún más futurista. Años después, el problema queda resuelto: los vehículos a ruedas son reemplazados por los de tipo neumático, que se desplazan sobre un colchón de aire a más de un metro por encima del pavimento de las autopistas.
Orita vemos.
Marcos Winocur (México)
Publicado en la revista Arena y cal 185
No hay comentarios:
Publicar un comentario