LA OTRA NOCHE

La otra noche me dijeron
que tus ojos estaban perdidos
en un desierto sin arena
y que la culpa era del viejo
pescador de nubes grises.

La pasada madrugada me contaron
que tus manos desaparecieron
en un bosque sin árboles
donde seguían a un caminante
que corría tras un viento en calma.

La naciente mañana me trajo
la noticia de la huida de tus pies
hacia un mar sin olas
donde dormía un cazador
de sueños olvidados.

El caluroso mediodía fue testigo
de tu llanto desesperado
en un polo sin hielo
donde un ermitaño esperaba
encontrar la compañía silenciosa.

La última tarde me enteré
que tu cuerpo estaba inmóvil
en la falda de un frío volcán
donde viajeros del tiempo
buscaban un camino sin regreso.

JOSÉ LUIS RUBIO