Erguido el pétalo
expande su aroma
de inexplicable sentir
y extraña caricia.
Será que el rojo
colorido define mejor
a cuanto matiz pueda
extender a lo más inaccesible.
Sucede que la florecilla
cansado al borde mismo del camino
todo humilde, insignificante habla
a solas del bello vivir entre rocas.
Así sin primaveras anunciadas
ni riesgos establecidos, sola,
tan sola, aguarda paciente
a su hermana, la lluvia.
Como ella, tan igual
en inhóspito paraje
te sigo aguardando,
ya no importa, el tiempo.
Tan sólo, para ti conservo
en el sublime rincón
de la vida, el espacio donde
tu aliento podrá habitar eterno.
Orlando Ordóñez Santos
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