Silencioso, el hombre porta las argollas en sus labios como candado. Camaleónica, la mujer presume de muestrario de maquillajes. Cuadrúpedo, el hombre calza los zuecos en sus manos. Deslenguada, la mujer se muda al diccionario de insultos.
Desnaturalizado, el hombre, con la luna, no se transforma en lobo. Exhaustiva, la mujer se hace tatuar cada cabello desde la raíz. Miniaturista, el hombre, que aún desciende, usa su pañuelo como paracaídas. Venenosa, la mujer bebe el cianuro como antídoto.
Del libro Cada gota de azogue acerca el mundo de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
No hay comentarios:
Publicar un comentario