Existió en este mundo
un ser que habiendo nacido
en familia acomodada,
y haber concretado
su propia familia personal
era muy feliz disfrutando
de los milagros otorgados por su Dios.
Así comenzó a notar como sus sueños
se iban concretando paso a paso
día a día, sin mayores dramas
fuera de los habituales,
y que a cada pareja les suelen ocurrir
siendo normal para él.
Así muy feliz caminaba mirando
su horizonte mágico sin sospechar
que una gran tormenta maligna
se estaba formando en su destino
que silenciosamente se asoció
a seres muy cercanos a él.
De la noche a la mañana
la gran tormenta llegó
destruyendo irremediablemente
todo lo que había ya
con gran sacrificio crear,
y que destruyó todo lo construido
dejándolo con un vacío total.
Desde aquél fatídico día
dicho ser ha quedado totalmente solitario
perdido sin rumbo fijo que seguir
sin apoyo de brújula o persona
que pudiese guiar su destino futuro.
Tan solo confiado en su Dios
quién en su mente soñadora
nunca lo abandonó, y le otorgaba
esa calma y deseos de luchar
contra tanto daño ocasionado
por su propio destino
más decidido a continuar su vida
en total soledad hasta encontrar
su norte final, en el jardín del edén
frente a su Dios que es quien lo guía.
Así comenzó a recorrer el mundo
con una mochila llena de recuerdos
los que en cada sendero nuevo que cruzaba
iba descargando parte de su carga
para así olvidar y dejar atrás
todo su pasado tan triste.
Rara vez se acercaba a algún pueblo cercano
ingería un poco de alimento
más un refrigerio para así
ganar nuevas energías
en su continuo caminar eterno
el que tendrá su final al encontrar
en su camino a su Dios
al esconderse ese sol
que le acompaña.
Y así hasta hoy mismo
según cuenta la leyenda
que si al observar el gran horizonte
en un bello atardecer de primavera
lograrás distinguir a lo lejos
la imagen de un varón caminando
con un carro de arrastre
donde va dejando acumulados
todos sus nuevos sueños
deseando que alguna alma noble
logre descubrirlo, y publicar
toda su historia de vida.
Claudio Kruger Ahues -Chile-
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