Sin que les faltase de nada,
nos dieron unas migajas a voz en grito.
Debía ser noche cerrada
porque sus rostros eran sombras alargadas
intimidándonos con sus manos sarmentosas,
goteando su dádiva escrupulosamente.
Fueron siglos donde todas las noticias
proscribieron nuestra desgana,
la falta de entusiasmo en la producción,
nuestro descrédito hacia el deber.
Tanto acumulamos para defendernos
que la audiencia optó por una serie,
placentera y sin hollín verborreico,
de estilismo rectangular televisivo
con emociones calculadas en pulgadas.
No nos vinimos abajo,
ni siquiera arriba, custodiado por fuerzas especiales,
esperamos el estruendo de alguna explosión
que nos dirimiera el fortín desvencijado.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
No hay comentarios:
Publicar un comentario