En un bar de tapas los camareros hablan de tú a los pulpos,
los huesos de aceituna posan su desnudez en platos bajos,
la cocinera asoma por entre los muslos de la primera fila de clientes,
la televisión pone en en formación a la derecha a los cuellos de los que beben a la salud de los vasos rotos,
afuera, el majestuoso cartel anunciador es la ofrenda del dios de los ocho brazos,
bebamos a la salud de los santos bebedores,
loados sean los bares de tapas,
mientras podamos seguir saciando la sed de los días.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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