lunes, 27 de enero de 2014

VENUS Y MARTE


Venus, etéreo sueño perfumado,
diosa de melífera voz
que mi alma sorda arrinconó
en las sombras de un jardín desabrigado.
¿Por qué me llamas
si ya no puedo ser yo?

Marte, sangre de mi orgullo mancillado,
dios del ignífero valor
que mi alma necia abandonó
a los pies de aquel caballo desbocado.
¿Por qué me llamas
si ya no puedo ser yo?

Aquel templado y amante ser,
aquel que fue antaño, se quebró.

No soy de nadie ni de mí,
me alejé de vuestro canto y para mí
forjé este pétreo y exilado ser
que aguarda solo y solamente la voz del ciprés.
Un viajero aletargado
que dejó el amor a cargo
de los amantes rampantes,
y la guerra al cuidado
de laureados contrincantes.

Figura fui en vuestras manos, inerte,
vulnerable al antojo citereo,
amable al llamamiento de un Marte arpado
fui pluma al servicio del viento.
Mas ahora
mi campo de batalla he santificado,
ahora es campo mío del mío descanso.
Mi alma aprendió a ser desgarrado
y me conserva del orbe alejado.

Mi Venus, mi Marte,
ahora vivo reposado,
ahora muero en otros brazos.
Venus mía, Marte mío,
esta vida que fue río
este pecho antes bravío
ahora vaga en un navío
hacia el mar que no regresa,
donde cesa la belleza,
el valor y solo reina
el recuerdo, el olvido y este viejo yo
que sin vos se aleja.

Gustavo González -Valladolid-

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