Ya no pretendo
engañarme por más tiempo.
Sus besos estaban repletos de sexo.
Tu beso rezumaba amor
por las comisuras de tus labios.
Quiero ser el único pecho
sobre el que abandones tu cabeza a la deriva,
el único grillete para tus manos,
los únicos ojos que alabes,
la única ola que bese la arena
de la otra orilla de tu cama
y sentir, como ahora,
que no ejerzo ningún control
sobre mi mismo
ni sobre este poema.
Del libro En pie de tregua de
DANIEL GRANADO PULIDO -Cádiz-
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