En la cúspide indescifrable
de un cuerpo volátil y sensual
me consume, sin pensarlo,
una terquedad voluntaria.
Se contonea
estremeciendo el Universo
sostenido,
en el tórrido suspiro
que lujurioso emano.
Soy adicto a sus deseos.
No tengo
el mas mínimo espacio de mi ser
que no le llame,
que no suplique insistentemente.
La piel se sumerge
en el fragor de la batalla
con voraz sexo abrasivo.
Se derraman los cuerpos
como miel sanadora
dulce y excitante.
Brota,
por cada poro de mi piel
la necesidad imperiosa
y me aterroriza
no ser consecuente.
Hechizado,
pierdo la cordura
en la ternura que acaricia
como brisa dormida.
Soluble,
me disuelvo,
desaparezco,
como mariposa que pasa,
con su revolotear suave
tras una Luna de queso
sutilmente violada.
ROLANDO BLANCO PASCUAL
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