viernes, 31 de enero de 2014

LA LUNA


Cuando la noche extiende
su terciopelo de puntos luminosos,
evocando la libido adolescente
de los astros,
bajo el conjuro sempiterno
de las sombras,
la luna levanta su frente de nácar.
En su astral cabellera,
adornada con el diamante,
de las lágrimas de los juglares,
lleva secretos de latitudes lejanas,
silencios deshojados,
deliciosas historias ilícitas,
ardores taciturnos,
memorias de ausencias
y crepúsculos agonizantes.
Descodificando soledades,
galopa sobre la noche,
a través de arboledas y senderos,
alimentándose del concierto lastimero
de los grillos
y con ímpetu arrollador,
impulsa el paso cansado
de las babosas.
Coqueta asoma su rostro
en el remanso de cristal diluido,
aromatizado por el incienso
de sueños otoñales,
erotizando su reflejo sinuoso.
El suspiro del tiempo,
quiso ser brisa, para acariciarla
y ella, en femenina complacencia,
se despoja de la máscara impoluta
y vehemente deposita
su incitante beso lumínico,
sobre la faz de las aguas.
Más allá del arrullo de la cascada,
se escucha el gemir de los acordes
de ayeres extendidos,
mientras que provocativa,
lame la miel del misterio nocturno.

María Antonia Alonso -Cuba-
Publicado en la revista Delirum Tremens 9

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