Anoche paseando por mis recuerdos,
te encontré en mi camino.
Agazapado estabas en un rincón
como un harapo olvidado en el suelo de la eternidad.
Me paré un momento, volví la vista hacia atrás.
Recordé mi amor, blanca azucena que en el altar te diera.
Tu amor y tus caricias fueron huellas amoratadas en mis carnes,
yo era tu esclava, violeta de servidumbre en tu hombría
y mi amor, mis caricias, mis sueños de mujer
zozobraron en un océano de lagrimas.
Te miré un momento, eras sombra de tu sombra,
vapores del alcohol que en tu cuerpo y en tu mente
sus huellas, nefasta, dejaran
Mi cuerpo se estremeció en un suspiro.
¿Tristeza, lastima?
Seguí paseando por mis recuerdos.
Noches sin lunas, amarguras y sufrimientos,
pero hoy vuelve en mí la primavera,
el Sol brilla, los pajarillos cantan.
Revoloteando hacen sus nidos amorosos y felices.
Y yo, en mi nuevo amanecer, percibo el aroma del romero
y tomillo.
El Aroma de la paz y la tranquilidad.
Rosa Ordóñez Martín -Estepona-
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