El corazón se desboca en el milagro de los deseos ocultos, amilanando tempestades
y lujurias, atemperando húmedos intentos de carnales masacres, alentando caricias
perdidas en los suburbios de ceniza y olvido de la noche.
El duende
aquilata el tempus de las gaviotas
entre los dedos del aire:
rojo
el latido intemporal de la pasión
que naufraga
en los intersticios del sueño.
Es el baile de las notas desdibujadas y de los violines sin cuerdas. El sonar de un
fagot que ulula lamentos de estaciones cambiadas, donde el frío se torna sol
insomne, y la lluvia, ácida evocación de pasados silentes. El murmullo nostálgico
de los ensueños que se parapetan en la cadencia de las palabras de azúcar.
Carrusel
en el que las sombras conspiran
desde los precipicios
del silencio que se trasviste en zombi
para asistir
al preludio de las lágrimas: azul
para la sal
de las mareas,
cobalto
para la sed de los caminos sin rumbo.
Llagas que se avientan entre el silencio y el deseo...
Ocultos sollozos de alhelíes que se marchitan en la distancia...
Luis E. Prieto
Publicado en el blog escribidor
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