Cuando del cielo caen reflejos esmeraldas
para acariciar el equilibrio de tus ojos y los míos
y cubrir el olor de las calles
en una posible noche perfecta…
siendo nuestra clandestinidad compartida
por una propicia y sublime luna verde
que nos sorprende con ese color esperanza,
sólo queda confiar, seguir, avanzar,
dejarse llevar por su influjo, …
evadirse de las grietas
para encontrarnos más adentro…
en el vértigo encendido de nuestras bocas
y así entregados y subyugados acabar
revolcados, revueltos, mojados,
en cualquier césped,
como perros desnudos
bajo los aspersores de la noche.
Teresa Torres
Publicado en la revista 2 poemas y un café
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