miércoles, 9 de mayo de 2018

MI MADRE


Tuve la inmensa suerte
de tener lo mejor
que la vida me pudo dar.
¡Una madre!
Ese regalo del cielo
en un día azul y claro;
que me cogía la mano
y me sonreía siempre,
con dulzura y bondad.
Esa abnegada mujer
que sabía compartir,
risas y lágrimas a la vez,
experiencias y saber
con la delicadeza austera
que llegaba al corazón.
Por fuerte que fuera
la barrera a derribar
con paciencia, la destruía.
Hubo otras madres, sí,
abuelas, tías, profesoras
y amigas de mi madre.
Hubo muchas mujeres
que influyeron en mí.
Pero... aún hoy...
A veces oigo tus consejos
que llegan desde lejos.
Y me dan la solución
a problemas y zozobras,
que aparecen ahí,
sobre un día o situación.
Causando algún dolor,
sinsabor o preocupación.
Y ahí está tu ejemplo,
tu sonrisa y tu alegría,
tu ironía y tus desvelos...
¡Son tantas, las cosas
que a ti te debo!.
Que mi corazón se ensancha,
se hace bueno dulce y suave;
como tú lo moldeaste,
con aquella paciencia infinita.
Recuerdo que te llamaba
¡Mamá!
Y escuchaba tu respuesta.
¿Qué quieres nena?
Y yo hoy, quiero decirte,
contestando a tu respuesta.
¡Seguir queriéndote madre!
¡Eternamente quererte!
Y darte un día las gracias,
aunque sea con...
Ese silencio dulce
donde no caben palabras
A no ser que sea ésa.
La que lo resume todo
y algunas veces no dije,
pues todo se suponía,
Tu bondad y abnegación,
junto a tu infinita sonrisa.
¡Gracias!
¡Te digo y te doy,
muchos años después
de tu ausencia, no asumida.
Donde aún hoy, busco,
día a día tu compañía,
para darte las gracias
que a veces no te dije.
¡Gracias madre!
¡Gracias por todo!

MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-

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