Te miré a los ojos
mientras te desnudabas
los mofletes rojos...,
...la boca cerrada
venciendo la vergüenza
con oscuros deseos
deteniéndote en cada prenda
para pensar un momento
en ese loco que dice que te ama,
me muestras tu silueta,
me das tus miedos
y te veto todas tus vidas pasadas.
Inclinas tus formas sobre la cama,
apartas la ropa con risita casquivana
y articulas palabras que me desarman
¡ay!..., ¡que bien sabes, donde me dañas!,
cuando tus uñas ascienden...,
...y tu boca baja
por los derroteros de mi destemplanza.
Y tomas lo que has conquistado
marcando tu hierro en mi costado
y tus labios en la piel de la vaina
de un acero que ya no batalla,
de una espada que se ha entregado
y que no quiere ser liberada
de la prisión en que la has encerrado.
Alargo el tiempo cuanto me dejas
para ser reo de tu presencia
y soñar los besos que no te he besado
para seguir siendo amado
odiando todas tus ausencias
porque quiero seguirte amando
y terminar cuando tú quieras
aunque...,
...bien sabes...,
...que no te haré caso.
Luis Maria Saiz Laso
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