El hombre gracias a su condición divina, en la coexistencia del alma y la consciencia en su cuerpo, se mide en otras múltiples dimensiones, más que en ancho, largo y profundo, se mide, vive y crece en sensibilidad, discernimiento, actitud, creatividad, bondad, generosidad, solidaridad y en toda virtud y toda actuación y demostración de buena voluntad, consigo mismo y con su prójimo cercano y lejano; también decrece y va falleciendo, aunque su cuerpo piense y respire, cuando muestra y demuestra un comportamiento diabólico, con los actos que son gobernados por sus vicios y en toda negación de su parte divina...
Angel Ignacio Chacón Aquino
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