Cuando se abre la puerta
llegan tus ojos de color de aurora.
Y tu voz, desplegada
desde el claro almirez de tu palabra,
canta una copla de alhucema
que viste de ancha risa el árbol de tu cuerpo.
Voy siguiendo tus pasos y el son de tus caderas
me trae la oscura música
que llevo tanto tiempo escuchando en la sombra.
Se despiertan entonces
las luces que no sé si soñé o me soñaron
y no quiero mirarte porque temo
que cuando vuelva el rostro
no me quede de ti sino la herida
que nos dejan los sueños cuando huyen.
Pero no te retires, que prefiero
un instante de sueño malherido a tu vera
antes que proseguir desarbolado
el resto del camino.
Alejandro Moreno -España-
Publicado en la revista Oriflama 32
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