Insistía la tarde
en su ofrenda de luz.
Abril es brillo de ámbar
entre castaños verdes.
Abril, ecos de miel,
vigías que te acechan
desde cualquier recodo
cuando inician las horas, indecisas,
su esforzada subida hacia la cumbre.
Reverdece, en silencio, la esperanza:
aparición de pájaro o de cauce,
de canto solitario,
de mutilado tronco en la cuneta.
Te inclinas y posees
la trémula pureza de los lirios.
Abril es una luz.
A veces, abril es una herida.
Ana María Castillo -España-
Publicado en la revista Oriflama 32
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