Poemas
Del convaleciente
observemos su posición horizontal,
su discurso cerrado,
ese azul que le flota sobre el rostro
a despecho de una oscura palabra
entumecida.
Cama o cuerpo de mezcla
donde el plomo y el vidrio se conjuran,
detienen el tiempo enamorado
del muchacho salvaje,
humilde que no conoce garras
pues él es el ayer sin pesadumbre.
Presenta este cansancio
el estandarte final de la refriega,
el viento en alza,
la sierpe sinuosa por los aires
que habrá de ser partida por la espada
del único guerrero en el collado.
Entonces el azul
abrirá el rostro, azada en el crepúsculo,
y plomo, vidrio, muerte serán tierra
para el comienzo eterno.
Del libro Mientras viva el doliente de
ANTONIO DAGANZO -Madrid-
Publicado en Luz Cultural
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