En el andar solitario de muchas horas al día y muchos días
seguidos me
ocurren dos cosas: que pienso o que no pienso.
Cuando pienso, guardo dos pensamientos: uno para un
poema y otro para un
diálogo.
Cuando pienso en el poema, pienso que no nace bajo el
agua y que es
condición escribirlo seco y lento.
Cuando pienso en el diálogo, me sale una propuesta
obscena en un mundo
inexplorado.
En el andar solitario de muchas horas al día y muchos días
seguidos me
ocurren dos cosas: que pienso o que no pienso.
Cuando no pienso, no pienso; me limito a observar cómo
se frunce la tierra
entre las piernas.
Mónica GABRIEL Y GALÁN -España-
Publicado en la revista En sentido figurado
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