miércoles, 7 de junio de 2017

NIGHTMARE


Estaba sólo,
entre mis viejos libros.
Los objetos de la biblioteca
estaban minuciosamente ubicados,
y nada alteraba
las vanas costumbres repetidas.
De pronto, el reloj
comenzó a dar las doce campanadas;
suspendí la lectura,
cerré el libro cuidadosamente
y contemplé, con renovada fascinación,
el vaivén rítmico del péndulo,
siempre oscilando en la distancia exacta,
midiendo el tiempo con lenta obstinación.
De repente, los movimientos
comienzan a acelerarse, cada vez más,
hasta que péndulo y aguja
avanzan a una velocidad
que hace vibrar el reloj
como si fuera a estallar.
Las horas son fracciones de segundo,
su figura, antes geométrica y pausada,
se transforma en un ente maligno.
Temblando, me levanto con esfuerzo agónico;
apenas puedo caminar, por los dolores
y el cansancio repentino.
Finalmente me detengo
frente a un gran espejo,
y casi sin sorpresa, contemplo
la máscara de un rostro
que superó largamente un siglo.
Mientras el reloj continúa
su agitación frenética,
comienzo a caer,
sabiendo que al llegar al suelo
sólo seré cenizas.

Del libro Hallazgo tardío de SERGIO BARTÉS -Argentina-
Publicado en Editorial Alebrijes

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