sábado, 10 de junio de 2017

EN CASA


Su abuela iba en tren y soñó la llanura, el manto
verde y el humo de las fábricas (molinos de viento,
tanques australianos, de vez en cuando una
esperanza). Su padre también era amargo, pasó
la guerra, salió del sótano después del bombardeo
con el pelo de repente blanco. En medio está ella
escuchando la historia, el fustín de la noche,
los gritos y una mujer cantándole a un niño.
Vestido de negro va el tren y bajo los pies crujen
huesos, graznan gañotes de muertos. Juran todos
con bulbos de orquídea en las manos, raíces
tuberosas de los muchachos. No es ajena la guerra:
su amado se queda en las tardes mirando
el horizonte, amargo. Recuerda los años de encierro,
el muchacho que allá adentro lo salvó de la muerte
sosteniendo su mano. Gente que migra y campos
de batalla. Testigo de todo, criadilla, escroto, ella
se ha quedado en casa, mirando pasar el río
de la patria, la tierra del terror a sus espaldas.
Las verdades no son sino antiguas metáforas.

MARÍA TERESA ANDRUETTO -Argentina-
Publicado en Gaceta Virtual 124

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