viernes, 2 de junio de 2017

CUJA


Un día cualesquiera que se piense, sin tapujo digo,
En lo ancho y a lo largo de aquel tálamo que uno se puede imaginar
Amoldando según la apariencia, que hay muchas, la humanidad yació.

En ese molde que puede ser inicialmente el suelo, luego el petate y posterior, históricamente imprevisible, tuvo pies y se denominó catre
y en lo sucesivo cuja, para no destantear mucho, ahí donde uno se regocija, donde se guarda el secreto más profundo de la humanidad, en donde se expolian los deseos más ardientes o los sueños profundos.

Ahí donde -no importa la forma- hombres y mujeres se desganan y desgastan luchando cuerpo a cuerpo despojándose de insolentes moralidades.
Ahí convalece el enfermo y el enamorado cierra los ojos eternamente pensando en su bien amada, ahí donde los niños saltan como gigantes y despiertan mojados en la pubertad indómita.

No sé, pero hoy plañe la nostalgia de ese trecho donde comúnmente se paren hijos de toda índole, la cuja es lugar donde huelgan los cuerpos cansados y hasta los muertos se aferran a ella como estancia incólume.

Yo tengo un recuerdo mal sano, y en ella queda enterrada para siempre,
Las dudas y la curiosidad despierta, aunque la idea ruja
No, no y no diré lo que en la cama aconteció hace varias vidas,
Simplemente, sin frioleras, acaeció en la cuja.

Misael García Consuegra

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