viernes, 2 de junio de 2017

5


Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.
Habría que quitarle los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica.
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

Las bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.

Del libro Uno es el poeta de Jaime Sabines -México-
Publicado en Poesía del mondongo

No hay comentarios:

Publicar un comentario