Vengo de la sangre
y de la tierra.
De barro la esencia intrínseca
de mis curvas concéntricas,
de manos laboriosas y llagas marchitas
con difuminadas huellas.
Perdida en los olvidos del valor,
pariendo del alma
a la humanidad ingenua.
Ornada de roles.
Dignificada por los éxitos
de un día cualquiera.
Mis batallas de segundos
son menester en mi agenda.
soy heroína cotidiana
sin lauros,
ni corona.
Mi trono altivo se yergue
en la pureza de mi estela.
Bendecida o maldita
por el roce leve de la burda conciencia
dependiendo de si la daga se levanta
desgarrando mi carne
o se posa en mis caminos
liberando maleza.
JAEL URIBE -República Dominicana-
Publicado en La Biblioteca
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