Estoy mirando
un fondo de perfección
dentro de un cofrecillo de leyenda,
donde, ceñida por sus trenzas,
una hada negligente
caza mariposas.
¿Por qué no me amas?
El tiempo te va a arrebatar mis palabras,
mi paisaje es más bello que tu suicidio,
y recita,
y declama todas las odas
en veladas íntimas,
donde, revive difuso
un violín que transcribe
savia armónica con su varita mágica.
Con rabia recreo palabras
para divertirme,
pero recorren tu cuello y tu vientre,
y el espíritu de mis ojos,
en silencio,
degrada en las sombras mis sentidos,
donde,
sin fuerza, la ficción de la madrugada
con limpia mirada se levanta.
Llévame a los tribunales,
en mi resignación se incuba
una avispa de veneno que devorará la cerradura,
donde,
voces imprecisas me detienen,
me bloquean contra el viento,
me mutilan al desvanecer tu imagen.
Una vez más,
apenas sin ser vista
la brújula te captura a tiempo,
con su espejismo
ha cambiado tu aliento,
y ha extraído el néctar de mi sueño,
donde,
como un preludio,
cualquier artista
te amaría.
Ten conciencia
que en el germen de tu piel,
hay un tiranizado que desprecia el dolor,
con trípticos
derrite el iris entre luces,
y con movimientos de sus manos
retratos de frases breves.
Manuel Vílchez García de Garss
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