viernes, 27 de enero de 2017

EN EL SUELO


Sin saber cómo me vi en el suelo. Alguien, no sé quién, me ofreció su mano. Pero no conseguí levantarme. Era como si algo tirara de mí desde el suelo. Ignoro cuanto tiempo pasé tumbado en el suelo. Fueron muchos los que se acercaron para ayudarme pero no consiguieron que me pusiera en pie. La luz se fue extinguiendo y yo seguía inmóvil en el suelo. El frío aumentaba. No me encontraba bien. Empecé a temblar. Me había quedado solo. Nadie había cerca de quien pedirle una manta para protegerme del frío de la noche. Para no haber no había ni luna. De continuar así me congelaría. Pensé en gritar pidiendo ayuda pero de mis labios no escapó ningún sonido. Me habían quitado hasta la voz. Intenté de nuevo levantarme pero no pude. Seguí pegado al frío y duro suelo. Si nadie me ayudaba por la mañana sería una estatua de hielo. Cerré los ojos. Oí unos pasos que se acercaban. Abrí los ojos. Una sombra se alejaba. No me vio. Intenté llamarla pero no conseguí articular palabra. Desapareció. Otra oportunidad perdida. Sentí como mis manos y mi cara se congelaban. Después se helaría el resto del cuerpo y sería una estatua helada. Me mente empezó a nublarse. Los pensamientos desaparecían. Los ojos se cerraban. La respiración se ralentizaba. Era el fin. Ya era simplemente una estatua.

JOSÉ LUIS RUBIO

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