Hubo un día
donde la mar me brindaba
el sosiego y el sueño de tenerte
un cristal frente al almendro
donde su flor nívea rosácea
me hacía dibujar tus ojos
tu risa en el aire.
Hubo un sueño
donde eras arenisca en mis dedos
pasadas de sus manos
él que me lleva y te trae
cual viajero de las sedas
hallando el tesoro, tú
imbricado en mis entrañas.
Hubo una migración
de sí para mí
y con la fortuna bien asida
emprendimos un vuelo
donde las alondras
arrullaban cada mañana
apenas a un palmo del delirio.
Hay un sorbo de ti, cariño mío
que cada alborada
se asemeja al juego de las estrellas
viniendo a reavivar mi vida
no sé explicarlo, mi pequeño
apenas si dibujarlo podría
por ello dejo que el verso deje huella.
Hay que soy madre
me pierdo en tus traviesas miradas
y me desperdigo por las aceras
porque corriendo
brindando en la brisa te cojo
me acaricias, te desternillas
por mami, me nombras.
No más puedo sino atraerte a mi pecho y quererte
cual eres, mi razón de existir.
Santiago Pablo Romero -Trigueros-
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