En el crucero, tras la maleza lo vi,
me miró y hasta mí feliz corrió,
tras hacerle una seña obedeció
retozando alegre en torno a mí.
Con su jubilosa mirada, muy saltarín
terso su pelo y colita en vaivén,
estar a mi lado deseoso anhelaba
yo, un niño, mi amigo fiel, Alí.
De mis padres, su instrucción desatendí,
cuando ordenaron regresar a Alí
a casa con Juan, y quedarse allí,
seguro, en el jardín, comiendo bien.
Cauto, a mi madre con tacto atisbé
cuando con mis hermanos al auto subió,
atrás de ellos, disimulado subí,
y a Alí, bajo el asiento escondí.
A la feria, tres días gozosos llegamos,
de los cohetes, grande su estruendo
asustó y nervioso desmontó Alí,
entre el gentío bullicioso, ¡lo perdí!
Angustiado, desvanecido allí,
solo, en silencio hondo triste lloré,
no ver a mi perrito más, me dolía,
con él se había llevado mi alegría.
En la romería estuvimos tres días,
dormía mal, y despierto a Alí veía
retozar conmigo, hacer piruetas,
con la pelota jugando, en correría.
Volvimos a casa tras largo camino.
Sensible, pregunté por Alí a mi padre.
El día que se fueron, dijo, no lo vi más,
sino al siguiente, hambriento y con sed.
¡Volvió!, feliz me dije. ¿cómo lo hizo?
¡Regresó! …con el horizonte se orientó,
con las montañas y el ruido del tren,
larga distancia ¡solo! anduvo él.
¡Alí! grité al verlo viniendo hacia mí,
haciendo caricias, lamiendo mi manos
feliz a buscar la pelota corrió;
jugamos festivos, …sus legañas limpié.
Omar Aburto -México-
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