Puede que no me dé cuenta,
de lo que pasa en mi casa,
preñaron a la Tomasa
y una enfermedad inventa.
La declaración de renta
me ha salido a vomitar,
a ver si puedo quitar
unas horas de trabajo,
camuflado en el refajo
tengo escondido un altar.
Tal vez me hayan engañado
por la gracia de mil dioses,
de los que hacen las poses
de frente y por el costado.
El rey, que me ha remirado
y me ha visto muy compuesto,
me propone casamiento
de su Alteza con Tomasa,
ya veremos lo que pasa,
me quedaría contento.
Si no me matan las hambres,
me mata la policía,
sólamente espero al día
en que me cuelguen de alambres.
Amapola tiene estambres
que me pueden dar dinero,
pero son un sonajero
para todos los maleantes,
doy a la Tomasa, antes,
a la rotonda, sin pero.
Julio G. del Río -Valencia-
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