Morirán todas las hojas,
resecas y agostadas,
en el mes de las cosechas,
maltrechas por el frío,
planeando como cometas,
sin sujeción al caer,
dorándose sobre el suelo
hasta ya no ser nada,
ni hojas verdes ni tierra ocre,
un amasijo y nada más.
Sobre caminos húmedos,
con olor a musgo fresco
y a tierra muy mojada
en brumas de mañanas,
evanescentes y esquivas.
Mi vida será un otoño
con lágrimas detenidas
a medio deslizarse,
en mi rostro anciano
de arrugas disuasorias.
Por lo que no se hizo
y por lo que no se hará.
Pues el tiempo tan cruel,
lo impedirá una vez más,
como sucede siempre,
con todas las vidas...
cuando llega su otoño,
y se va acercando el final,
sean hojas,lágrimas...
o tal vez seres humanos.
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-
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