Ocurrió en una noche de otoño
con gestos complacientes
percibiendo el desenlace
se tomaron de la mano
y mirándose a los ojos
al unísono dijeron:
¡Te amo!
Y con la misma sonrisa
con la que habían iniciado
aquella hermosa historia
postrados en el lecho
tan longevos como abetos
se dijeron adiós.
Una estrella titilaba de celos
los naranjos irrumpieron con azares
y el planeta, con tristeza, despedía
a los últimos románticos.
Juan Lopresti
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