Más allá de la muerte ya no hay vida,
vida que se consumió en un minuto,
minuto que fue como un pensamiento,
pensamiento que causó expectativa.
Y vinieron las angustias, alegrías,
pero entonces acechaba la tristeza
que fueron minando la corta existencia
en estas tierras ajenas y prestadas.
Prestadas para mil días con sus noches,
donde la muerte nunca fue la ausente
sino un ágil hacedor del presente,
presente que pasará a ser pasado.
Considerando que frutos anhelados
fructificaron en provechosa vida,
solamente cumplimos un corto ciclo
y por desgracia se termina el periplo.
Alberto Recalde Romo -Ecuador-
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