Par delicatesse,
j'ai perdu ma vie.
ARTHUR RIMBAUD
(...7 de cada 10 encuestados perciben que ha empeorado
su vida. El resto no tiene vida, o no contesta)
En el último tenedor
almorzó tres veces... sin hambre,
en el mismo día, a la misma hora.
Comió como diez hombres.
Devoró el trabajo de mil obreros.
Devoró, digirió, y volvió a comer
hasta alcanzar nunca la saciedad.
Era evidente su nivel de vida
elevado. Elegante, distinguido;
refinado aunque modesto
en dar propinas - ese costoso
gesto superfluo lo tildaba
de despilfarro -, siempre iba
a la mejor barra de Madrid
para encontrarse con él mismo.
Que eran otros igual que él,
recalzados en la crisis, asquerosos
millonarios cursizampos, perras
sin dientes, ansiosos de fornicar
mas convocados a siempre comer
defecando los placeres y trabajos
de otros.
Pobrecitos, pobres....
FULGENCIO MARTÍNEZ -Murcia-
Publicado en Un día es un día Ágora
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