Fue la tarde del pasado lunes cuando se la llevaron en una ambulancia. Habíamos estado bebiendo todo el fin de semana gracias al dinero de su subsidio, y entonces empezó a gritar y a mover las manos frenéticamente por todo su cuerpo, tratando de espantar unas arañas que solo veía ella.
En la Unidad de Psiquiatría del hospital no me han dejado visitarla hasta hoy, porque, aunque llevamos dos años juntos, no tengo ningún papel que diga que es mi mujer. La encuentro en una habitación blanca y luminosa, viendo un concurso en la tele, con el volumen apagado, junto a media docena de lunáticos. Ninguna enfermera los está cuidando. Me siento a su lado y le ofrezco la petaca que llevo escondida. Da un trago largo y me la devuelve sin mirarme. No quiere que vea que ha llorado. Yo también bebo. Es como estar en casa. En la tele, una mujer gorda parece haber ganado un premio importante.
Ganador del Certamen Realismo Sucio de la Editorial Artgerust. Homenaje a Charles Bukowski.
rafareisan
Publicado en el blog dondehabiteelolvido-airama
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